Al fondo vemos de nuevo el monte, después del gran esfuerzo en la subida por fin estamos mi hitensha y yo en la base del monte, es una panorámica algo irrepetible, descansamos unos instantes para reponer fuerzas y comenzar de nuevo el viaje dirección Tokyo, todavía quedan bastantes kilómetros para llegar, bajamos como una flecha entre árboles y vegetación, es una sensación de libertad, la emoción que se siente en la bajada es de sentirse realizado por haber llegado a casi la cima de un lugar sagrado.
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